Durante el otoño-invierno y en situaciones de restricción forrajera, los bovinos enfrentan dietas con escaso valor nutricional. Sin embargo, mediante estrategias adecuadas, es posible transformar pasto seco en kilos de carne con eficiencia y seguridad.
En épocas de baja calidad forrajera, el pasto tiene fibra…digestible?, pero le falta proteína. Esta situación es habitual en campos que enfrentan sequías, pasturas degradadas, sobrepastoreo o simplemente están en transición estacional. En esos escenarios, los forrajes ofrecen volumen pero aportan muy poco nitrógeno utilizable, lo que limita la fermentación ruminal y la capacidad del animal para digerir y aprovechar esa fibra.
Para el bovino, el verdadero motor de la digestión está en el rumen. Y para que este funcione eficientemente, necesita una población microbiana activa. Sin nitrógeno disponible, esa población se reduce y la digestibilidad del pasto cae drásticamente, generando pérdidas de condición corporal, baja ganancia de peso, disminución en la fertilidad e impacto negativo en el sistema inmune.
Una solución técnica y efectiva es el uso de nitrógeno no proteico (NNP), principalmente en forma de urea, que actúa como fuente de nitrógeno rápido para los microorganismos del rumen. Cuando se suministra correctamente, la urea permite que las bacterias ruminales proliferen, incrementen la digestión de fibras vegetales y mejoren la disponibilidad de energía para el animal.
Sin embargo, la urea común tiene sus limitaciones. Su rápida liberación puede generar riesgos de intoxicación, especialmente si no hay una adecuada sincronización con la energía disponible en la dieta. Por eso, el uso de ureas protegidas representa un avance significativo: se trata de fuentes de NNP formuladas para liberar el nitrógeno de forma más lenta y controlada, adaptándose mejor a las condiciones ruminales y reduciendo el riesgo de toxicidad.
Las ventajas del uso de urea protegida son múltiples:
- Mayor eficiencia de utilización del nitrógeno por parte de los microorganismos.
- Reducción del riesgo de acidosis o intoxicación por amoníaco.
- Mejora sostenida en la digestibilidad de fibra.
- Incremento en la síntesis de proteína microbiana, que el animal luego absorbe en intestino delgado.
- Optimización del balance energético, incluso en dietas pobres.
Complementar pasturas secas o rastrojos con suplementos que combinan NNP y minerales esenciales permite mantener la actividad ruminal, mejorar la conversión alimenticia y sostener la ganancia de peso en situaciones adversas. Esta estrategia es especialmente útil en recría pastoril, vacas en mantenimiento o sistemas de engorde a campo.
En definitiva, el pasto seco no debe verse como un residuo inservible. Con una visión técnica, puede convertirse en un recurso estratégico. La clave está en complementar inteligentemente lo que el forraje no aporta, y eso empieza por entender que fibra sin nitrógeno es energía desperdiciada.
Autor: M.V Alejandro Caviglia