Aunque invisibles a simple vista, las deficiencias minerales subclínicas afectan de manera directa la productividad, la reproducción y la sanidad de los rodeos. Detectarlas y prevenirlas es una tarea fundamental para mejorar la eficiencia del sistema ganadero.
En la producción bovina, gran parte de la atención nutricional suele centrarse en el aporte energético y proteico. Sin embargo, los minerales son componentes esenciales para el funcionamiento fisiológico del animal, y su déficit —aunque no genere síntomas visibles— puede tener consecuencias significativas en la rentabilidad del sistema.
Las deficiencias minerales subclínicas se presentan cuando los niveles de uno o más minerales están por debajo de los requerimientos fisiológicos, pero no alcanzan a manifestarse con signos clínicos evidentes. En estos casos, el animal continúa produciendo, pero de forma menos eficiente, con menor ganancia de peso, menor tasa de preñez, más susceptibilidad a enfermedades y menor aprovechamiento del alimento.
Entre los macrominerales más frecuentemente deficientes se encuentran el magnesio (Mg), el fósforo (P) y el calcio (Ca). Su falta puede provocar problemas óseos, trastornos metabólicos y fallas reproductivas. En el caso de los microminerales, son frecuentes las carencias de cobre (Cu), zinc (Zn), selenio (Se) y cobalto (Co), con efectos sobre el sistema inmune, la pigmentación, la fertilidad, el desarrollo embrionario y la función antioxidante.
Las causas de estas deficiencias pueden ser múltiples. El tipo de suelo, la composición botánica de los pastos, el clima, la etapa productiva del animal, las prácticas de manejo forrajero que influyen directamente en la disponibilidad y absorción de los minerales. Incluso una dieta aparentemente “abundante” puede estar desequilibrada desde el punto de vista mineral.
Uno de los mayores desafíos que presenta esta problemática es su naturaleza invisible. La mayoría de las deficiencias subclínicas no se detectan hasta que se manifiestan como problemas productivos. Por ello, el enfoque preventivo es clave: ajustar el plan nutricional según la región, la época del año y la categoría animal es una estrategia efectiva para evitar pérdidas.
La suplementación mineral estratégica, adaptada al sistema de producción y al perfil del forraje disponible, es una herramienta fundamental. El uso de correctores minerales completos, que aporten macro y microminerales en proporciones adecuadas, permite corregir desequilibrios sin generar excesos. El suministro en bateas, piedras o mezclas en ración puede ser efectivo si se asegura su acceso y consumo constante.
En definitiva, las deficiencias minerales subclínicas son uno de los factores ocultos más costosos de la ganadería extensiva e intensiva. Incorporar el análisis y corrección mineral al manejo nutricional general no solo mejora el bienestar animal, sino que impacta directamente en la eficiencia reproductiva, la sanidad y los resultados económicos del sistema.
Autor: M.V Alejandro Caviglia